Cada año que finaliza es un ciclo que se cierra para dar permiso a otro, uno nuevo en blanco, donde podremos dibujar nuestros sueños, nuestras esperanzas, donde todo es posible ya que todo está por construirse.
Como humanidad estamos atravesando un momento muy especial. Esto queda en evidencia en los cambios que comienzan a producirse a nivel político, social e individual a través de decisiones que pueden cambiar a la humanidad, y la historia de la Madre Tierra.
Estamos conociendo las consecuencias de actos totalmente nocivos para la vida. Estamos viendo y viviendo el límite del caos en lo que se refiere a ecología. Estamos reconociendo que en este planeta, en esta etapa de la humanidad, la guerra debería haber pasado a ser un mal recuerdo, y una experiencia de aprendizaje.
Estamos entre la luz y la sombra, reconociendo que debemos comenzar cambios en nuestro estilo de vida, en nuestra forma de actuar, en nuestra manera de pensar, en la calidad y pureza de nuestros sentimientos.
Estamos notando que los cambios que se están produciendo a nivel leyes, a nivel cultural y espiritual, son reflejo de que internamente estamos permitiendo que esto suceda. Y es ahora, no debemos retroceder, debemos hacer conciente lo que está sucediendo para cuidar el proceso y continuarlo.
Aunque parezca muy grande, aunque nos pese y queramos evitar sentirlo, somos responsables de nuestra vida y de nuestros actos. Somos seres individuales libres, y con nuestras decisiones somos capaces de cambiar la tierra, capaces de cambiar el presente y el futuro.
No entreguemos este poder a nadie, somos nosotros con nuestros actos cotidianos, con nuestro discernimiento, con nuestra claridad en el pensar y el sentir que podemos colaborar en la creación de la Nueva Tierra. Cuando me levanto y quito el pie de la cama, cuando doy mi primer “buen día”; cuando hago un esfuerzo por superar mi enojo; cuando no soy indiferente al dolor del otro; cuando miro lo que consumo en mi día a día y miro lo que produzco; cuando observo si he hecho sufrir a alguien y busco la manera de repararlo. Cuando hubiese respondido como siempre y respondo de otra manera, ahí la Nueva Tierra se hace presente. Aquí somos maestros de nuestras vidas, responsables y concientes de nuestros actos. Aquí la raza humana brilla y asciende a una nueva forma de existir. Aquí la raza humana practica el verdadero amor a la vida.
Pero es una responsabilidad de cada uno. Aunque queramos evitarlo, aunque queramos quejarnos con el poder de turno, aunque culpemos al otro de nuestras penas, aunque queramos refugiarnos en doctrinas que nos alivien la responsabilidad que tenemos sobre nosotros mismos, es nuestra decisión la que cuenta y aporta e inclina la balanza.
Aunque nos tapemos los ojos o esquivemos la mirada, la responsabilidad primero es con nuestra vida y evolución, y por ende, con nuestra Madre Tierra que nos permite la vida.
La luz y la oscuridad se encuentran cara a cara frente al espejo de la vida y nos preguntan cómo vamos a comenzar este nuevo año.
¿Cuál es mi compromiso con mi evolución y crecimiento espiritual?
¿Cuál es nuestro compromiso con la naturaleza, con los árboles, con los bosques que están desapareciendo?
¿Cuál es nuestro compromiso con los animales que se están extinguiendo?
¿Cuál es nuestro compromiso con la contaminación de los basurales y todos los desechos que generamos?
¿Cuál es nuestro compromiso con el agua?
¿Cuál es nuestro compromiso con la alimentación y la salud?
¿Cuál es nuestro compromiso con la educación y guía de nuestros hijos, de todos los niños?
En esta Nueva Era que estamos comenzando a transitar, la espiritualidad debe manifestarse en todos los planos de nuestra existencia. Si así lo logramos hacer, ya no habrá necesidad de calificar como espiritual o no espiritual, ya que todo lo será.
La Madre Tierra nos pide ayuda, nos pide asistencia a nosotros que somos quienes tenemos manos y pies, cerebro y espíritu.
Hay muchas profecías que hablan de un fin del mundo trágico, violento y con grandes desastres ecológicos. Es posible, pero todo depende hacia donde continuemos caminando. Si es hacia la indiferencia, hacia esperar que otros realicen lo que yo puedo realizar en mayor o menor escala, es posible.
Es posible si continúo mirando lo que hace otra persona en vez de mirar que yo estoy haciendo lo mismo, pero tal vez en otras cosas.
Es posible si continúo exigiendo a otros lo que puedo hacer yo.
Pero también es muy posible evitar que la Madre Tierra se destruya, evitar que la Madre Tierra tan solo quiera sacudir su lomo, como lo hace cualquier animal cuando otro ser vivo lo molesta y lo perjudica. Es posible acariciarle el lomo a la Madre Tierra, y decirle con nuestros actos “Te estoy cuidando”.
Es por ese que para este fin de ciclo y comienzo de uno nuevo, surge la propuesta de revisar lo que pasó y reafirmar hacia dónde vamos.
Ejercicio de retrospectiva
Todo ejercicio de retrospectiva permite revisar de atrás para adelante qué he hecho, qué no he hecho, cómo lo he hecho, cómo pude haberlo hecho y cómo podría hacerlo en otra oportunidad.
La retrospectiva es hacer una regresión conciente recordando los pasos que di en un ciclo que terminó.
Muchas filosofías, como por ejemplo la antroposofía, recomiendan realizar una retrospectiva al final de cada día en la noche. Es decir, a la hora de acostarse antes de dormir el ejercicio es ir recordando el día que trascurrió de modo que pueda verme, observarme, hacerme conciente de lo bello y lo no tan bello de mis actos.
Luego cuando comencemos el nuevo día, lo haremos más despiertos, sabiendo cuales son nuestras debilidades, cuales son las cosas que he dejado pendientes, y cuales son mis fuertes.
Cuando un ciclo termina, así como termina el día en la noche, es importante hacer una retrospectiva para revisar todo lo que he hecho en el ciclo que acaba.
La propuesta es revisar el año que está terminando, respondiendo a las preguntas que antes cité, con sinceridad, hallando así todo lo que he hecho positivo y todo lo que me ha faltado hacer.
Esto me dará una mayor claridad en mi modo de actuar, así como también conocimiento de los patrones en los que a menudo se suele caer por falta de autoobservación.
No habrá lugar a la comodidad de “Ya he hecho mi parte”, y principalmente podremos hacer conciente aquello que no vimos o hemos ignorado.
Cómo haremos para darle lugar a la Nueva Tierra. Este es nuestro compromiso de Hoy.
En esta revisión conciente seguramente encontrarás muchas cosas por mejorar, muchas cosas en la que hasta te reprocharás por no haber hecho “bien” o correctamente.
Te encontrarás en la urgencia de querer hacer algo ya sea por verte diferente, o por ver a la tierra renovada.
Aquí hay algo fundamental de recordar: todo lo que emprendas, que sea con alegría.
Si lo que hacemos, por más noble, necesario y justo que parezca lo hacemos desde la queja, ira o rencor, estaremos produciendo más de lo mismo. El desafío es ver la realidad y modificarla con una sonrisa en nuestro rostro. Con inmensa alegría en el corazón sabiendo que estamos colaborando, que somos uno más que intenta aportar una feliz transformación al planeta. Por supuesto comenzando primero conmigo para producir el cambio en mayor escala.
Y principalmente si estamos enfocándonos bien y haciendo las cosas con el corazón, no faltará la profunda gratitud a la Madre Tierra por darnos cobijo y suelo propicio para crecer y evolucionar.
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