Vamos a describir, en primer lugar, las características formales de la ceremonia para que luego sea más fácil de comprender el contenido simbólico de la misma.
La fiesta de Solsticio se celebra al aire libre. Las personas se reúnen alrededor de un fogón que representa el Sol. Si imaginamos el Sol representado por un círculo y trazamos dos ejes, quedarían formados los cuatro puntos cardinales: Norte, Sur, Este y Oeste. Esta cruz representa, además, las cuatro estaciones del año. Quedaría así formada la conjunción del Sol y la Tierra; y nos encontramos aquí con el significado simbólico de uno de los emblemas que hacen a nuestra Cosmovisión.
En el sentido de los cuatro puntos cardinales, se ubican cuatro personas y, entre los respectivos puntos cardinales, las restantes ocho personas que, formando un total de doce, representan los doce sectores del cielo ( o “signos” del Zodíaco), además de formar los sectores intermedios de la Rosa de los Vientos.
Esta costumbre de representar en la Tierra el aspecto del cielo nos habla a las claras de que los antiguos eran grandes observadores de los fenómenos naturales en general y de los fenómenos astronómicos en particular. Testimonio de ello encontramos en los santuarios megalíticos (Stonehenge) que constituyen verdaderos observatorios astronómicos. Nos estamos refiriendo, pues, a una Tradición que se remonta a por lo menos, diez mil años de antigüedad.
Acerca de los germanos y de los galos, sus tradiciones y sus costumbres, nos informan ya los romanos a través de los testimonios de César y Tácito, entre otros. Recién cuando comenzaron a descifrarse las inscripciones rúnicas, se tuvo mayor conocimiento acerca de los antiguos nórdicos ya que es de notar que no tenían conciencia cronológica de la Historia. Por lo tanto, no guardaban un registro conciente de los hechos. En cambio, sí transmitieron su Historia y sus Tradiciones a través de sagas y de leyendas que registran los sucesos heroicos.
El día de Baldur
Los germanos llamaban al día del Solsticio de verano “Baldurstag”, día de Baldur (el Dios de la Luz).
La leyenda cuenta que Baldur era el hijo predilecto de Wotan. Su vida culminaba en primavera. Cuando comenzaba el verano, debía morir. Nanna, se llamaba su esposa. Ella era la custodia de las débiles flores primaverales. Cuando veía muerto a Baldur, se desplomaba sin vida. Con ella se acababa la belleza de la primavera florida. Los Ases (Dioses-héroes de la antigua Tradición), depositaban su cadáver florido al lado de Baldur, que yacía sobre una pira. En la noche delSolsticio de Verano se encendía el fuego para convertir a los difuntos en cenizas.
Contenido simbólico de la ceremonia
La fiesta del Solsticio es una ceremonia mística más que religiosa, y de gran contenido simbólico.
Se conocen tres clases de ceremonias que, aunque no difieren entre sí en cuanto a su contenido esencial, tienen, cada una de ellas, distinto desarrollo formal. Nos estamos refiriendo a la ceremonia popular, a la militar o guerrera y a la mística.
La popular es una celebración de gran algarabía. No tiene las características específicamente establecidas sino, más bien, modalidades folklóricas sujetas a las costumbres de las distintas regiones. El significado de estos festejos, a veces, no es del todo claro y se confunde con el de las fiestas que se celebran en el campo después de la siembra, o de la cosecha, o la vendimia, etc. Una de las costumbres más bellas y vistosas que tienen las fiestas populares delSolsticio, es cuando arrojan desde la punta de un cerro un carro de madera, o simplemente sus ejes, con las cuatro ruedas envueltas en paja y encendidas. Durante la noche, esto constituye un espectáculo impresionante.
La ceremonia guerrera
En circunstancias en que la comarca o país se encontraba en guerra, la ceremonia tenía características guerreras o militares. En esta oportunidad, todo el contexto adquiere un significado diferente. Se recuerdan gestas heroicas pasadas, se rinde homenaje a los caídos por la Patria, se retoman nuevas fuerzas y se desean buenos augurios para aquellos combatientes que parten para la batalla. En definitiva, se trata de una celebración de auténtica camaradería.
Según la tradición de los antiguos, las mujeres formaban detrás de los combatientes, paradas sobre los carros que estaban colocados en círculo y en los que se encontrban sus pertenencias. Alentaban a los hombres en la lucha, mientras ellas defendían y cuidaban el patrimonio familiar. Las jefas o sacerdotisas entre ellas, eran mujeres mayores vestidas de blanco.
Hay que señalar también que las fiestas del Solsticio constituían oportunidad propicia para la instauración de tribunales. Todos los jefes se reunían para formular sus requerimientos. Los Druídas eran los jueces en estas cortes; eran los sabios y su condición estaba directamente relacionada con la edad ya que un Druída tardaba veinte años en formarse. Por ello, se trataba siempre de hombres mayores que constituían un verdadero Consejo de Ancianos sabios.
La ceremonia mística
En la ceremonia mística, se ponía énfasis precisamente en la sabiduría. En verano se conmemora, como dijimos, la muerte de Baldur, el fin de la luz. Si consideramos el contenido de esta sencilla leyenda, debemos reconocer que es uno de los más bellos y trascendentes mitos divinos, en el cual los humanos se unían al Ser Supremo.
Solsticio significa cambio. También esto es significativo. ¿Cambio hacia el bien, hacia lo difícil? De todos modos, cambio hacia lo desconocido.
A la primavera muerta la devoran las llamas del verano. Por eso se tiraban coronas de flores al fuego.
Hay que recordar que los antiguos concedían el mismo valor a la vida que a la muerte. Aunque eran concientes de la arrolladora fuerza de la vida, simultáneamente sentían vida y muerte. No temían a los eternos cambios sino que trataban de comprenderlos, profundizando en las leyes de la vida misma de la Naturaleza.
De allí emanaba su enseñanza de hondo contenido filosófico y místico. En consecuencia, sabían mejor que nosotros que no era el invierno el que cobijaba la muerte, sino el verano.
En la fiesta del Solsticio de invierno festejaban con júbilo y la alegría invadía a las personas. Porque el día más oscuro les anunciaba la resurrección de la Luz, mientras que la noche más clara les anunciaba el comienzo del descenso. Rogaban por la bendición del Sol, porque, formando parte de la Naturaleza, sentían la dependencia del ser humano del Creador. Sentían, además, alegría porque se hubiera cumplido, una vez más, el ciclo solar.
El origen de la Navidad
El Solsticio de invierno (21 de diciembre en el Norte) es también la fiesta del abeto o de la encina sagrada. Tradición ésta que aún hoy guardamos, aunque con el advenimiento del cristianismo, al heredar una Tradición tan profundamente arraigada, debido a sus diez mil años de antigüedad, superpuso a esta Tradición su propio festejo, aunque manteniendo esencialmente el contenido simbólico primigenio.
Antes del siglo V no se le daba importancia al Nacimiento de Cristo, ni existía tal fecha. En el 245, Orígenes aún se oponía a la idea de celebrar la Natividad. Egipto es el primer lugar donde se menciona una fecha (20 de mayo), para gran asombro de San Clemente de Alejandría que no concebía que se celebrase el nacimiento de Cristo como el cumpleaños de un Faraón. Se mencionaron también las fechas del 19 y 20 de abril y la del 6 de enero, de gran aceptación ésta última.
El 25 de diciembre se menciona por primera vez en el año 354, en el calendario de Filocalus. Por aquella época, es de destacar que el Solsticio de Invierno coincidía realmente con dicha fecha, por lo que Filocalus eligió en el 354 el viernes 25 diciembre, 15 días antes de la luna llena.
Se produjeron disputas entre las distintas Iglesias alrededor de las dos últimas fechas mencionadas. De allí nace el doble concepto cristiano de la Epifanía y la Natividad, es decir: el nacimiento según el espíritu y el nacimiento según la carne.
El 25 de diciembre se impone finalmente en Roma durante el Siglo IV, durante el gran renacimiento arriano, por influencia de los cristianos ortodoxos. La costumbre del pesebre, símbolo inequívoco de la Natividad, se halla extendida por España, Italia e Hispanoamérica.
La otra celebración, la del Arbol de Navidad, proviene del Siglo VIII, en que el misionero celta, San Bonifacio, sustituyó los sacrificios que se hacían a la encina sagrada de Odín por un pino adornado en homenaje al Cristo Niño.
La Memoria Heroica
Por último, debemos señalar que la de los antiguos, era una religión sin ritos preestablecidos y sin dogmas. Por ello, la ceremonia del Solsticio no es una ceremonia impuesta; varían, a veces, características formales de su desarrollo, de acuerdo a las distintas regiones y a sus costumbres.
El rito está arraigado en la actividad cotidiana. Por eso, más que un ritual, es una tradición viva. Marca un hito real en la vida de las personas. Marca el comienzo y el fin de sucesos reales, de allí su relación con los fenómenos cósmicos. Es consecuencia directa de la estrecha relación del Hombre con la Naturaleza.
No es tampoco una recordación de hechos históricos, ya que los antiguos - como señalamos antes - no tienen Historia, ni conciencia histórica escrita, sino Memoria Heroica.
Se trata siempre de un festejo íntimamente ligado con lo real y cotidiano de la vida misma y con la naturaleza cíclica de los acontecimientos cósmicos. A estos fenómenos de la Naturaleza se les adjudica un carácter místico y divino, ya que a ellos les es dada la Eternidad, mientras que a los Hombres no.
Por eso es una ceremonia plena de simbolismos, aunque no de ritos fijos y rígidos. A este motivo obedece también el hecho de que no se empleen en las ceremonias siempre los mismos textos. Se suelen recitar versos legados por los poetas, canciones folklóricas, aunque los textos pueden ser también improvisados.
Cosmovisión
La costumbre, en cuanto al significado de la renovación del fuego y su contenido simbólico, es semejante al de la antorcha olímpica.
Dos veces por año se renueva el fuego en los respectivos Solsticios. Se guarda el fuego del Solsticio anterior con el cual se encenderán las antorchas que prenderán el nuevo fogón.
El fuego, o el Sol (la Luz), representa a los hombres y su fortaleza o energía dinámica. La Tierra representa a las mujeres y su fertilidad. Ellas son, además, las guardianas del Fuego Eterno; deben cuidar que nunca se apague o que nadie lo arrebate.
Volvemos a encontrarnos, una y otra vez, con el mismo simbolismo: ya sea en la leyenda de Baldur y Nanna, o en el papel que les toca desempeñar a hombres y mujeres en la guerra, o en el significado mismo de nuestro símbolo. Es siempre la conjunción de Sol y Tierra, en un eterno complemento mutuo.
Y esta es la idea rectora fundamental de toda nuestra Cosmovisión. No creemos en abstracciones racionales ni en sistemas dialécticos en donde la evolución está explicada por la superación de sus componentes, en lucha y conflicto constante. Sencillamente, no vemos “contradicciones” allí donde no las hay en absoluto.
Nuestra Cosmovisión contempla la armónica bipolaridad de los fenómenos naturales. No en constante lucha dialéctica sino como fenómenos dinámicos y esencialmente complementarios.
La tradicional ceremonia del Solsticio está cargada de un vasto contenido simbólico. No tenemos más que analizarlo un poco para comprender que, según nuestra Cosmovisión, el lugar que le corresponde al hombre y a la mujer - dentro de la Naturaleza y la Comunidad - está ampliamente definido.
En esta fiesta del Solsticio, hombres y mujeres fieles al Legado de la Sangre, en todo el mundo, damos testimonio de nuestra Cosmovisión y de nuestra Mística.
Fuente: Revista Libertad de Opinión