Porque la Utopía se vuelve Realidad.
li mayer
El planeta se transforma en la medida en que cada uno lo hace,
ya que al sintonizarnos con campos magnéticos de luz y felicidad,
los atraemos hacia nosotros, modificando nuestra realidad.
Teniendo el claro propósito de no ceder ante el caos,
así la tierra vuelve a ser el paraíso.
Para que así sea, deberemos reestructurar el orden mundial.
Una humanidad consciente tiende a ser feliz, así como un ser humano
consciente sabe que todo empieza en lo más profundo de si mismo.
Por eso su conducta jamás daña.
Cambia de adentro hacia afuera ya que una generación de niños felices merece
que liberemos al planeta de toda falsedad y limitación política, económica o
social, creando una nueva forma de ser basada en la libertad y el amor desapegado .
Es el fin de las sectas. Evolucionamos juntos o juntos veremos al planeta tierra destruirse.
Basta de dominio, el poder de unos sobre otros está llegando a su fin.
Heredamos de pasadas generaciones la creencia de que la injusticia y el
sufrimiento son algo normal e inherente a la vida, pero llegó la hora de ser felices
ya que el mundo es una creación colectiva que en segundos y entre todos podemos transformar.
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La humanidad no puede actuar en contra de si misma.
Claro, dirás, poder puede, ya que nuestras aguas están contaminadas, en muchas de nuestras ciudades el aire es irrespirable y la tierra ha sido arrasada por la deforestación
y los agroquímicos. Pero no sintonicemos con el lado oscuro de la luna.
Simplemente veamos los pasos a dar, para que este mundo dominado por una sociedad perversa... sea un planeta cuyos habitantes construyamos juntos una nueva civilización,
basada en el amor, el perdón, la capacidad de compartir. Fluyendo a través de la trama de la vida. Sabiendo que todos somos guías y discípulos.
Confiando en que saldremos de este estado de caos y construiremos un mundo en
paz. Donde el gran cambio se dé a través de la conciencia. Si un barco se hunde,
los tripulantes saben que se hunden con él. Y Gaia, la tierra, esta amenazada.
Es hora de cambiar. Y de cambiar ya.
Pase lo que pase... la vida es una gran oportunidad.
Ahora es tiempo de vivir. Ahora es tiempo de transformar. No mañana ¡Ya!
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Un gran movimiento está aconteciendo...
es el inevitable camino del amor consciente y desapegado, semilla que se expande
en el corazón de la humanidad y se convierte en una enredadera que nos abarca
en red . Estamos volviendo a la fuente. Amasando con amor el pan, en vez de intoxicarnos con sustancias químicas. Plantando buena semilla, esa que dan las propias plantas y acabando con los monocultivos que arrasan las tierras cultivables. Anulando el poder de patentes, cuyos dueños pretenden vendernos semillas híbridas en vez de apoyar la creación de bancos de semillas que aseguran plantaciones que curan a la Pacha, en vez de agotarla. Si el problema es la supervivencia: sembremos, en vez de especular
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Los seres humanos nos hemos aglomerado en ciudades,
en donde las condiciones de vida de la mayoría son infrahumanas, ya que muchos de sus habitantes no tienen posibilidades de vivir bien, porque el aire ha sido contaminado por el monóxido de carbono; la violencia impera en sus calles y la gente vende sus horas por un dinero que suele deber, ya que los créditos (con los que compran objetos tantas veces prescindibles) los apresan a ese sistema que hemos inventado.
Pagar la casa en treinta años, el auto en diez, el lavarropas en cinco
suele significar haber empeñado la vida a plazo fijo.
Otros se han quedado en el campo, guerreros de la resistencia (porque alimentan a
la humanidad y encima soportan que los bancos los aprieten con préstamos tramposos, que muchas veces ponen en riesgo sus bienes).
Las tierras laborables o están cubiertas por el cemento que cubre huertas y jardines
o son usadas como canchas de golf o para pastoreo de un ganado que no nos conviene comer. Por otro lado, el alimento fundamental para la vida: el agua, está en gran parte contaminada. ¿Que piensan que van a tomar nuestros hijos?
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Con guerras absurdas, donde los únicos que ganan son los fabricantes de armas,
Con un planeta donde la buena gente se siente acorralada por ese sistema que no entiende, pero que lo esta apretando por todos lados, con gobernantes dedicados al enriquecimiento ilícito (que se creen dueños en vez de servidores), con monocultivos
que empobrecen nuestras tierras, con bosques talados, con cárceles inhumanas, con tachos de basura llenos de comida despreciada por los ricos...y con las panzas vacías de los pobres… ¿adonde vamos?
Así no se puede, esto tiene que empezar de cero.
Y tiene que ser a través del amor, la solidaridad, la tolerancia.
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Las siguientes son ideas semilla para construir una civilización sana.
Propuestas para que ese ansiado cambio suceda, ítem por ítem.
Porque paso a paso, casi en forma desapercibida, iremos viviendo de esa manera nueva, que tiene su origen en la vida de cada individuo
(pero que espeja consecuencias en la organización planetaria).
Redistribuiremos la tierra por regiones y las que pertenezcan a terratenientes,
ganaderos o los terrenos improductivos serán repartidos (sin violencia, con amor)
entre todos aquellos que quieren vivir y trabajar en el campo.
Porque no acumulamos, pues cuanto más damos más tenemos.
Lo hacemos por respeto a la Pachamama y a sus frutos
Por respeto a la humanidad.
Las tierras usadas para bien común serán respetadas, ya que la gente debe vivir con
seres afines. Dejaremos de pensar como egoístas esquizoides y nos ocuparemos del bien general.
Los países desaparecerán de la faz de la tierra y los humanos nos reorganizaremos comarcalmente, pero con visión global.
No ignoraremos los problemas que puedan tener otras regiones y seremos drásticamente solidarios. Desmasificando, viviendo un proceso de ampliación de la conciencia
para integrar una cultura de amor, perdón, co-creación,
que llevará al cambio en todos los planos de la existencia.
Las comunidades, cooperativas u otras sociedades de bien común tendrán el apoyo
de todos. Sin dejar de lado la visión individual, ya que aprenderemos a escucharnos
los unos a los otros y a consensuar nuestras decisiones. Y también nos permitiremos
oír a esa pequeña y profunda voz que en cada uno habita y que es la mejor guía a seguir. La voz de nuestro yo superior, la voz de la conciencia. Entendiendo que somos naturalmente y potencialmente libres. Libres al elegir. Libres cuando actuamos como autómatas y libres también cuando somos capaces de pilotear la aventura de nuestra propia vida.
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Ya que muchos quieren vivir en ciudades, las reestructuraremos, salvando su belleza, pero humanizando la vida en ellas. Entendiendo que de la mano del hacinamiento vienen el hambre, la suciedad, la desconfianza, las enfermedades
y la violencia. Terminaremos con todo esto, antes que tanto horror acabe con
nosotros. Y le encontraremos la vuelta a este matete.
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Una solución en cuanto a la escasez de combustibles es utilizar formas alternativas para producir energía (aire, agua, bio combustibles, pero no los que generan mono cultivos que llevan a la desertificación) para recomponer la atmósfera.
Los vehículos serán de uso comunitario, restringido a necesidades específicas e inevitables. Antes de que el petróleo se acabe , actuemos.
No utilizaremos más agro tóxicos ni permitiremos alteraciones genéticas, entendiendo
que el planeta es un ser vivo que no puede soportar tanta agresión.
Los basurales actuales son heridas de la tierra (pañales descartables, latas, vidrios, pilas, millones de bolsas de plástico, todo mezclado inescrupulosamente).
Construyamos, en cambio, una cultura del desperdicio, para compostarlo, reciclarlo,
reutilizarlo con inteligencia y sentido de sustentabilidad. Porque si no reaccionamos
rápidamente, nuestros descendientes van a ser realmente mutantes, aprendices de
autómatas. Por esto es hora de decidir y pasar del inconsciente colectivo a un estado de consciencia generalizado y activo.
Dando por liberadas micro regiones, independizándolas del poder central de
los países del sistema, para establecer en el planeta regiones de luz,
donde el amor, la libertad y el bien común sean las principales metas.
Creemos en las fronteras geográficas o climáticas, pero no en las fronteras políticas.
Es hora de acabar con tanta falsedad.
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Si en las grandes ciudades expropiamos cada diez manzanas una y plantamos en ellas huertas comunitarias, de cuidado rotativo y distribución generalizada,
usando métodos de agricultura sustentable, bio intensiva o permacultural paliaremos
el flagelo del hambre Si en vez de cementar las raíces de los árboles, sembramos frutales, en franjas a lo largo de las aceras, educando a los pobladores a no saquear
los frutos, sino a socializarlos una vez maduros, veremos surgir de nuevo el pulmón ciudadano. Entre los árboles podemos construir juegos para los niños y bancos para todos. Los corazones de manzana pueden también ser placitas comunitarias, para uso múltiple de los habitantes del sector. Y usar balcones, terrazas y azoteas como lugares propicios para la siembra. Fundamental es la formación de la gente.
Sin persecuciones, simplemente educándonos unos a otros.
Es a través del amor que los cambios suceden.
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La justicia reinará en nuestro planeta cuando los empleados públicos y políticos sean servidores en vez de usurpadores de un poder inexistente. Supervisados por consejos de inspectores que les impidan robar y actuar impunemente. Cuando cobren sueldo mínimo (igual a un jubilado). Inmediatamente los salarios de todos tendrán el mismo poder adquisitivo, la misma capacidad de consumo que todo ser humano merece. Y espero que sea vasta, porque vivimos en un universo pródigo, solo que la riqueza está en manos de unos pocos. El cincuenta por ciento de la población mundial recibe el uno por ciento de los bienes materiales en circulación.
Por lo que espero que a nadie le sobre. Y que a nadie le falte. Sino que se reutilice toda materia, porque la acumulación conlleva putrefacción y es una muestra de desequilibrio.
Desaparecerán las clases sociales y el ser humano solo se distinguirá por merito propio
y no por los bienes materiales que posea. Saber que ser rebelde es apenas ser uno mismo, con coraje y conciencia. Todos podemos ser fieles a nuestras ideas, sin miedo
ni limitaciones. Si no se daña a terceros, el camino individual se abre y es la sal de la vida. Los que optamos por ser felices y plenos, no permitimos que oscuros buscadores de poder y gloria personal nos opriman ni nos detengan con leyes inservibles, ya que los que las dictan en general no las cumplen. Estamos recorriendo el camino hacia una nueva humanidad, al terminar con esa era de persecución y miedo que marcó nuestra historia. Merecemos ser felices. Y de todos depende.
Cada uno puede vivir según sus propias normas, hasta el límite natural que el prójimo le impone.
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La inviolabilidad domiciliaria será respetada y solo se podrá infringir si algún miembro de sus habitantes corre peligro. Conocemos ese dicho que dice
“ hecha la ley, hecha la trampa”, por lo que hartos de injusticias nos declaramos maleables, permeables, vivos. Nadie puede imponer su razón a otro. Consejos de niños y ancianos guiaran los caminos que debemos tomar. Toda la parafernalia de leyes obtusas que defienden a la elite que se cree dueña del planeta, será modificada, suplantándolas por leyes simples que ayuden en un camino de luz, paz , amor y alegría para toda la humanidad.
La casta de políticos, policías, militares, burócratas, jerarcas de medios de producción
y comunicación, religiosos inescrupulosos … desaparecerán de la faz de la tierra.
Serán suplantados por representantes de los diferentes grupos y regiones, que
ayudaran a organizar los caminos para vivir en un mundo mas equilibrado.
Todo se decidirá en asambleas. Pero elegiremos el bien común, sino, simplemente,
la raza humana desaparecerá, devorada por sus propias fauces.
En vez de guerras sembramos alegría. Compartir, dar, amar, perdonar.
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Todo acto de corrupción así como de violencia será transformado.
Actuaremos preventivamente en vez de punitivamente.
Nos ocuparemos que los juicios sean cortos y justos.
No habrá cárceles como las de estos tiempos, que en su mayoría son lugares con regimenes brutales e injustos. Los humanos que actúen equivocadamente, pasarán
un tiempo en espacios de re-educación (situados en el campo) que estarán a cargo
de sicólogos, religiosos y otros colaboradores con una probada trayectoria
(que refleje que es un ser pacifico y justo). Habrá acabado todo abuso de poder.
Para colaborar con esto sintetizaremos los partidos políticos (que son entidades quebradas, partidas, rotas) en un entero a favor de la humanidad.
Como la democracia funcionará, los humanos nos agruparemos en átomos básicos
que surjan de las actividades personales. Los compañeros de trabajo, la gente con
la que comparto mis tendencias específicas (arte, deporte, familia, barrio, etc.).
Y si esto suena utópico, comprenderemos que las grandes realizaciones de la humanidad primero fueron utopías.
Por lo que le decimos no a ese sistema monstruoso que en pleno siglo XXI aun tiene humanos presos por rebelión de conciencia, por oponerse a esas guerras que solo benefician a los fabricantes de armas. Y como guardianes de Gaia advertimos
que las fuerzas de la Naturaleza están generando el cambio más allá de nosotros.
En el fondo lo único que tenemos que hacer es dejar que suceda.
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Disfrutemos de todo sin necesidad de poseer, ya que cuanto más damos más tenemos.
Un cambio general empieza en esa pequeña revolución individual, que no espera de
nadie sino que realiza, comprendiendo que cada uno de nosotros es el gran transformador
y que esta civilización es una creación colectiva que entre todos podemos humanizar.
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Respecto a las cloacas. Ya no irán más los desagües a parar a nuestros ríos,
para que nuevamente nademos en ellos o bebamos de sus aguas (si aun es posible).
Las fábricas serán trasladadas de los lugares habitados y reinstaladas en tierras alejadas e improductivas a nivel agrícola. No amenazaran más la integridad de nuestro hábitat. Tendrán grandes ventanales, buena música y no serán más cajas cerradas que apresan a sus operarios, para así trabajar en un ambiente saludable y bello.
No hay objeto de ninguna índole que justifique un no a la vida.
Des-asfaltáremos las tierras cultivables, dejando vías de comunicación directas.
Si usamos menos autos, precisaremos menos calles y rutas.
Las industrias serán co-participativas, pero los fundadores tendrán un porcentaje de por vida sobre su producción, justo reconocimiento público por haber tenido la iniciativa y
el empuje de crearlas. La producción simplemente estará a nuestro servicio.
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Pariremos con placer.
El parto será una ceremonia sagrada, compartida felizmente por quien la futura madre (o la pareja) disponga. Crearemos casas de nacimiento, donde se celebre la llegada de los nuevos seres humanos con amor, música, respeto, ritmo personal, belleza en el ambiente, para así evitar el clima de enfermedad de un hospital.
Pese a que en un mundo mejor estas instituciones también habrán evolucionado.
Las cesáreas no serán más un buen negocio, sino un recurso justificado ante una complicación inevitable. Bebes llegando a un mundo en paz y armonía aseguran futuras generaciones evolucionadas y pacíficas.
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No existirá la censura. Los medios de comunicación tendrán absoluta libertad.
Pero desaparecerá la violencia en todas sus formas. Existen tantas películas de
terror y dramas filmados que no vale la pena generar más miedos en la gente!
El arte pacificará. Simplemente. No porque sea un arte simplista, sino que dejaremos de fomentar la muerte, el odio, el espanto. Destruiremos las armas letales existentes en la Tierra y que entupidamente hemos inventado. Esas que usan los niños para ¿jugar? también merecen desaparecer. Y todo emprendimiento que destruye nuestro hábitat (como la minería a cielo abierto) acabará o sino le daremos jugo de cianuro a los chicos en vez de un vasito de agua. Sin olvidar que ese H2 O representa el 75 por ciento de nuestro cuerpo físico. ¿Sacrificar la vida planetaria a cambio de adornarnos? Por lo que los metales que extraigamos serán apenas para fines constructivos, nunca ornamentales ni armamentistas. Es que la armonía ayuda a vivir, en cuanto el espanto siembra eso, horror. Por lo que optamos por gozar la vida, en vez de sufrirla.
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Somos imagen y semejanza de divinidad, reflejo de absoluto.
Elegimos el bien para así vencer al mal. Pero, ¿que es el mal? Simplemente todo lo que daña, duele a tu prójimo y a ti mismo. Todo lo que lastima. El ser inofensivo modifica el planeta. No significa que no estés consciente y combativo. Solo seamos suaves y firmes. Primero pongamos la propia vida en orden. Si sólo se predica con el ejemplo: manos a la obra.
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La paz es una práctica consciente, que nace en el alma de cada uno.
Juntos construimos los caminos para la salvación del planeta. Todos.
No discutimos ya quien es el dueño de la verdad. Porque la verdad no tiene dueño.
La verdad la vivimos en cada acto. La verdad se revela por si misma. Todos la vemos. Todos sabemos cuando algo es naturalmente cierto. Sabemos, por ejemplo, que el amor vence a las tinieblas. Que la tierra es de todos. Y no solo de los seres humanos. Sino de todo ser vivo que aquí habita y que debemos salvar de nuestra propia desidia.
Nosotros, los seres humanos, que hemos ultrajado a la vida.
Estamos dando ese salto cuántico que nos lleva a la curación.
Ayudando a las multitudes a despertar. Y poniendo para siempre un límite a aquellos que sólo buscan realizar sus intereses egoístas, usando un poder que ya no le sirve a nadie, ese poder que se diluye, en nombre del bien general.
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Alinear nuestros cuerpos físico, emocional, mental y espiritual al servicio de un
orden mayor, al que podemos llamar Dios, Orden Divino o como quieras (inclusive para un ateo hay un orden y una visión sagrada). Escuchemos a la trama divina
que interfiere en nuestras vidas, para poder sentir hacía donde va el camino y no
entorpecer. Para no endurecernos.
La acción es liberadora. La acción se une a la no acción cuando se sigue la
voluntad suprema. Y esta se reconoce naturalmente, simplemente.
Porque no cabe duda cuando uno, desde el corazón, hizo lo que debía. Sabiendo que no hay que aferrarse a nada. Entendamos que podemos vivir muchos años más o apenas un minuto, ya que la impermanencia es ley de la vida.
Dicho de otra manera vivimos el constante presente, con alegría. Sin miedo ya que en general todo es relativo.
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Construimos una sociedad donde el reloj fue un instrumento imprescindible, pero ahora el tiempo natural regirá nuestras vidas. Tengo hambre: como; tengo sueño: duermo. Siempre, claro, procurando refinarnos y aun más,
afinándonos como si fuéramos un instrumento musical
Sigamos a la vida, no la forcemos, así ella toma su verdadera forma.
Es que tiene su propio ritmo, su propio latir.
Es cuestión de estar abierto a las señales, poner lo mejor de nosotros mismos
y elegir el camino que naturalmente se abre.
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Empecemos por nuestro cuerpo físico, sabiendo que es un templo. Amemos cada átomo. Solo amándonos y aceptándonos podremos amar a nuestro prójimo. Y ser amados. Alimentarnos sanamente es el primer paso. El cuerpo responde, el cuerpo avisa. No es un cubo de basura. Bien dijimos que es un templo.
Naturalmente la humanidad evolucionará hasta dejar de comer a otros animales.
Estos volverán a vivir libres, en reservas. Ayudarán a la sobrevivencia de todos abonando las tierras. Es que a buen abono... buen fruto.
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Es posible que un ser humano funcione más equilibradamente, inclusive siendo carnívoro. Comer animales criados piadosamente es un pequeño avance.
Por ejemplo los pollos y gallinas están siendo industrializados. Viven en jaulas mínimas. Son condenados a una existencia nefasta, con luz eléctrica prendida día y noche para acrecentar la producción de huevos. Son alimentados con sustancias químicas y les dan hormonas que finalmente consume la humanidad. Y esto sucede, de
distintas maneras, con todo tipo de animales que son considerados apenas “carne”. Esto es bestial. Lo que se hace con ¿las bestias? es bestial.
Innumerables especies animales y vegetales están desapareciendo de la faz de la tierra. La caza furtiva o deportiva se ha convertido en genocidio. La pesca industrial extermina, sin respetar el derecho a la vida Los embutidos, además de ser una suma de sobras de los mataderos, tienen gran cantidad de conservantes. Los alimentos transgénicos son un camino sin retorno. No se sabe a ciencia cierta que consecuencias pueden tener sobre nuestro organismo. Depende de todos cambiar, de poner a funcionar nuestra consciencia y ser capaces de cuidar de nosotros mismos.
Solo entonces podremos ocuparnos de ayudar a nuestro prójimo.
Podemos disminuir radicalmente el consumo de frituras (cancerígenas) ,
simplificando nuestra alimentación. Menos enlatados. Más frutas. Hay muchos métodos como también hay muchas tendencias: vegetarianos, macrobióticos, veganos (no comen animales ni productos derivados de estos), respiratorianos (se alimentan de prana, energía vital).
Pero comamos lo que comamos, agradezcamos a la tierra que nos sustenta.
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Respecto al tabaco: sabemos que puede generar cáncer, enfermedades cardíacas,
ulcera de duodeno, muerte súbita, etc. Pero para varias generaciones ha sido un paliativo, un vicio, un placer.
Ese miedo al vacío que la humanidad sustenta, llenando todo con cualquier cosa.
Otra cosa es el tabaco usado como planta sagrada, fumado por algunos pueblos originarios, en momentos de unión y celebración.
Llevar a la conciencia el acto de fumar, es no hacerlo mecánicamente, sino sentarte a fumar con la mente tranquila y sabiendo que hace mal, pero te encanta. Siempre va a
tener un saldo positivo, no colgarte un cigarro de la boca mientras haces otra cosa .
Será cambiar formas mecánicas por actos concientes.
Respecto al alcohol no podemos menos que darnos cuenta de que una buena parte
de la gente esta siendo dominada a través de este flagelo. A las grandes empresas les conviene que sus empleados pasen las horas libres borrachos, ya que la inconsciencia lleva al no cuestionamiento.
Pueblos enteros están hipnotizados. Ulceras, cirrosis, violencia son consecuencia del alcoholismo. Familias destruidas. Vidas acabadas. Mejor un vinito en la comida, un celebrar suavemente. Pero nunca depender de nada. Jamás obnubilar nuestra conciencia, para así poder ser libres.
Respecto a las drogas comencemos por diferenciarlas.
La marihuana pasa por las mismas circunstancias del tabaco. Y perjudica menos
nuestro cuerpo físico que el primero. También en este caso la dependencia hace la trampa. Es usada por enfermos terminales con excelentes resultados y también
como santa María, planta de poder, por grupos religiosos. El uso sagrado hace la diferencia. Existen otras drogas empleadas para auto conocimiento (santo daime,
san pedro, ayahuasca, peyote) y creo, que en un mundo evolucionado, quienes
quieran hacer esas experiencias de ultra conciencia serán contenidos en templos guiados por sacerdotes o médicos y no perseguidos por corporaciones dirigidas generalmente por personas corruptas y viciadas en drogas terribles (cocaína, la droga del sistema, o heroína, la droga de la destrucción). En todo caso lo mejor es circular por la vida sin ningún tipo de dependencia, sintiendo perfección y belleza dentro y fuera nuestro.
La conciencia es el camino que lleva al placer y a la alegría por aniquilación natural de la oscuridad y el mal. Pero en todo caso dejemos de persecuciones absurdas que esconden a los verdaderos infractores, los que no aman, no perdonan, no sirven a sus semejantes. Cada uno es responsable de si mismo y puede obviamente elegir su camino en libertad. El límite es no interferir el límite del prójimo.
Entonces, primer paso: un cuerpo sano, que refleje la vida maravillosa que tenemos. Y si, que nuestra comida sea el camino de cura. Nuestra mansedumbre y paz alejen las enfermedades. Desarrollando disciplinas que cultiven un cuerpo en armonía. Yoga, tai- chi, chi-kun, pilates, gimnasia, nadar, correr y tantas otras posibilidades (como ser felices. amando y perdonando). Tomando agua, mucha agua, el gran regenerador de nuestro cuerpo. Teniendo conciencia del poder de la palabra (cortando y anulando todo lo que digamos en contra de uno mismo, de los otros o del planeta).
Haciéndonos cargo de nuestras acciones, palabras y obra.
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Hablemos del dinero. Lo pusimos en primer lugar, sin darnos cuenta que es un papel que simplifica el cambio de mercancías y servicios y no el objetivo de nuestra existencia. Si trabajamos en nosotros la capacidad de dar sin miedo, abrimos las compuertas de la abundancia. Así visualizamos la materia como a un mar en movimiento y dejamos que circule por nuestras vidas sin necesidad de acumularla. No nos centramos en ella, para que llegue a nuestras manos desde los lugares más inesperados. De que sirve la riqueza, ya que una persona solo puede usufructuar una cantidad limitada de materia... y no más. Aunque te gusten las fresas, si comes de más te indigestas. Por más que te gusten los zapatos, amontonar cien pares (como algunos hacen) solo puede incomodarte. La acumulación genera putrefacción. Que el dinero se limite a la propia capacidad de consumir y que no sea más el centro de la sociedad, el motivo de la existencia. Que sea apenas un medio operacional, entre tantos otros como los cambios directos, las monedas virtuales, los intercambios de servicios. Acabemos con la sociedad, que implica un trato comercial entre la gente y partamos de la base que estamos construyendo una nueva civilización, donde velamos juntos por el bienestar de las próximas generaciones, que precisan que seamos guardianes de Gaia, el planeta Tierra. Renunciemos a intereses particulares, a favor del bien común
El interés material va a pasar a segundo plano. Vamos a ser ricos si amas y te aman
Es que así el universo puede apoyarnos. Hay un dicho maravilloso.....cuando abrimos las manos abarcamos el universo , pero al cerrarlas queriendo retener, solo resta la nada.....
La injusticia, los actos inhumanos, el desequilibrio social van a desaparecer. Acompañaremos este amor vasto, con una actitud individual de ahorro de recursos naturales. Es una cuestión de conciencia. De entender que un cuaderno esconde entre sus hojas un árbol, el árbol que fue tirado abajo y procesado para fabricar papel.
Internalizar que cada objeto que utilizamos lleva consigo el tiempo de alguien que lo fabricó. Fue casi sin darnos cuenta que construimos la sociedad del desperdicio, de la acumulación innecesaria, del desamor, la posesión y el miedo. Pero ya está cambiando.
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Veamos ahora los caminos para curar el cuerpo emocional.
Comienza en ese amor a Dios (o como llames a esa perfecta guía que habita en nuestro interior), escuchando al Ser Superior que habita dentro de todo ser humano
y que es inherente a todo lo que vive.
La realización se logra amándose y aceptándose. Somos lo que elegimos ser.
Y el armonizarse trae como consecuencia amar desapegadamente a todos los seres que nos rodean. Entender que por alguna razón estamos relacionados. Y que tenemos que aprender uno del otro. Tanto de los aciertos como de los errores.
Lo principal es perdonar y perdonar y perdonar. El perdón nos libera del otro.
Permite que la energía circule. Nos libra de aquellas enfermedades generadas
por el odio, esas úlceras y cánceres nacidos en sentimientos tragados, detenidos, masticados. En cambio al perdonar nos liberamos de ataduras, dejando los acontecimientos correr como en un río de aguas que fluyen.
El amor desapegado permite caminar junto a otro sin experimentar sentimientos dolorosos como los celos, la posesividad. Saber que con quien tenemos que estar, estaremos, ya que nuestra relación se desarrollará libremente, con naturalidad.
Dicen que lo que a uno le pertenece no se lo puede perder aunque se lo tire.
Nuestra sociedad ha visto degenerarse las relaciones de pareja .El siglo XXI pide a gritos} la creación de nuevos paradigmas, que sustenten una conducta general. Donde los individuos no estemos condenados a una esquizofrenia social, la que llegó a parecer inevitable. Sino que cultivemos los vínculos, entendiendo que a los amigos uno los elige por afinidad, pero que la familia la hereda para así aprender a tolerar, aceptar, transformar. Que el amor guíe las relaciones humanas. Sabiendo que al criticar estamos condenando por soberbia, porque bien dijo Jesús *No juzgar para no ser juzgados*. Concienciandonos que lo que más suele molestarnos de los otros son nuestros propios defectos. Es que somos espejos unos de los otros. No lo olvidemos.
Y en realidad dejemos de luchar y también de condenar y fluyamos día a día en la magia del aquí y ahora.
La aceptación casi general de alteraciones de la sexualidad como la homosexualidad, trae al tapete la necesidad de una sociedad libre, no libertina. Donde cada uno opte por el tipo de pareja que necesita, sin condena. Pero sabiendo que el sexo es una ceremonia sagrada, donde debemos conectarnos con nuestro Yo Divino y no un encuentro casual con otro ser, donde abro mi mente y mi cuerpo al placer de lo prohibido. Entender que en los códigos de las relaciones personales, cada individuo es responsable por sus elecciones, que lo llevan inevitablemente por diferentes caminos de enseñanza y que, mientras no haga daño y ame con un amor sincero, es dueño y responsable absoluto por el uso de su libre albedrío.
La nueva civilización es la Era del Amor venciendo a la Era Atómica.
La Era del Perdón liberando a los individuos.
El matrimonio será sostenido como una opción sagrada, que permita profundizar
el relacionamiento con otro ser desde una perspectiva laberíntica. La posibilidad de conocerlo profundamente y compartir el camino sagrado de la existencia, como un todo, pero sin perder la individualidad. El placer de estar juntos. De compartir metas. Ideales. De compartir, de ser posible, ese lugar que siempre puede ser maravilloso: el hogar. Ese espacio físico donde nos reflejamos en cada rincón, en cada objeto. Ese segundo cuerpo que es nuestra casa.
Las familias seguirán el ejemplo que a mediados del siglo pasado propuso Aldous Huxley en su libro La isla: los niños tendrán la opción de familias auxiliares. Estarán con quien elijan. A su vez los relacionamientos neuróticos serán trasmutados conscientemente.
Nadie se quedará patinando en la desgracia, sino que los conflictos serán resueltos
por consenso, en círculo sagrado. Esta revolucionaria forma de encuentro, enseñada por pueblos originarios, consiste en reunirse en rueda, girar un bastón sagrado (bastón de la palabra) entre los participantes, que solo al recibirlo hablan.
Al terminar de hacerlo lo pasan al compañero de al lado, que si quiere se expresa
y sino bendice y se lo pasa al próximo. En las decisiones tomadas en consenso,
se trabaja hasta afinar las opiniones en un punto medio, que refleja el pensar de todo
el grupo. Cuando se ha llegado a este acuerdo el bastón gira entre los participantes,
que aprueban con su silencio.
Esta es la forma en que una humanidad consciente toma decisiones. Por lo que el mundo emocional de los humanos será en paz, aceptación y encuentro. Ya no trataremos de forzar a que los demás coincidan con nuestros pensamientos,
sino que seremos tolerantes. Entregaremos todo a la rueda de la vida, que ella se encargará de enseñar. Porque a este planeta vinimos a aprender.
Será bueno evitar las relaciones casuales, alimentadas por la pasión, pues generan
sufrimiento. Y ya pasó el tiempo de sufrir. El dolor es otra cosa, el dolor puede llegar a ser inevitable. Pero sabemos que es un maestro más de esta vida.
Nada se prohibirá, ya que nuestros pequeños humanos serán criados en libertad
y con consciencia de libre albedrío.
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Bueno es reconocer a tu alma gemela, encontrarla y compartir con ella tu vida.
Pero si uno no tiene ese premio karmico, sabrá amar desapegadamente a los seres que lo rodean, sin inventar relacionamientos pasionales por el simple hecho de no estar solo. Soledad será Edad del Sol. Una oportunidad de brillar con la propia luz de tu ser.
Que el mundo emocional de cada uno sea un mar en calma, donde las olas fenomenológicas sean observadas, nadadas, nunca temidas, porque sabemos que pasan. Que haya conciencia de impermanencia en todos.
Pero que el amor sea en plenitud y despiertos.
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Y llegamos al Plano Mental. Tan intimo y sin embargo con tamañas repercusiones en el mundo material, ya que lo que pasa por la mente , queda plasmado en la materia. Todo lo que decimos, todo lo que pensamos se vuelve realidad
(el génesis dice: en el principio era el verbo).
No permitamos que el mínimo pensamiento oscuro atraviese nuestra mente.
Y surge la eterna vigilancia que los discípulos del camino debemos sostener.
Testigos de nuestros pensamientos y de nuestras acciones, sabemos las consecuencias que pueden tener.
Ley de causa y efecto. No hay acción que no cause una reacción.
Salvo la no acción, el camino del medio, el Tao que Lao Tsé con tanta perfección
nos enseñó. Ahí vivimos el equilibrio perfecto, el punto de mágica armonía que puede cobijarnos. Y aprendemos a ser alquimistas y trasmutar todo pensamiento o sensación
de oscuridad que nos invada. Pensamientos negativos son neutralizados, quitándoles poder en nombre de la luz. Y si el miedo u otra enfermedad de ese tipo nos toman, en
el mismo instante pedimos milagro. Pasamos a entender lo importante que es vaciar
la mente. Poder vivir cada instante plena-mente. La mente plena y sin embargo vacía.
La máquina no solo frenada, sino anulada. Para poder vivir... en vez de pensar que estás viviendo. Simplemente respiro, camino, río. Y a pesar que cuando hago algo,
lo hago plenamente y en conciencia, vacía de expectativas, sé que todo es relativo.
Entonces nuestra mente se vuelve una servidora de nuestro ser y ya no pretende dominar. Dejamos de pensar como loritos descontrolados y nos volvemos testigos de nuestros pensamientos, que sabemos generadores. Agradeciendo las crisis que podamos atravesar, reconociendo que estas nos llevan a vivir despiertos, atentos, movilizados en vez de hipnotizados. A estar vivos.
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Y pasamos al plano espiritual. El refugio de nuestro ser. Más allá de la personalidad. El lugar donde el cambio del mundo comienza: uno mismo.
He ahí el estallido primario. La eternidad y el segundo iendo de la mano.
Ahí la visión, la impermanencia y el gran desafío. Ser mejor a cada instante.
Reflejar la divinidad. Reflejarnos en cada acto. Procurar imitar a aquellos maestros
que encarnaron en el mundo y guiaron a la humanidad a través de la historia.
Con conciencia cristica, con piedad amorosa.
Un espíritu en calma. Observando. Purificando.Creciendo.
Y con nuestros cuerpos alineados, meditar.
Meditar sentaditos a la mañana para bendecir y milagrear el día, pero también meditar en cada acción. Muchos son los caminos de la meditación, muchos los maestros, las escuelas, las tendencias. Sin embargo todos los caminos conducen al mismo puerto.
Al puerto que, como tiene muchos nombres, no le importa definirse. Porque es lo que es. Lo que al agarrarlo desaparece y lo que al soltarlo todo abarca.
Dios, el Universo , la Vida. No importa como lo llamemos.
Con teo o sin teo, el ser humano solo puede maravillarse ante la magia de la vida.
Ante la sutil transparencia de cada acto.
Porque la nueva humanidad, que es tan antigua, ha despertado.
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Infinitos son los caminos de la meditación. La guía verdadera habita en nuestro interior.
El afuera enseña, pero el adentro conduce.
Sentarnos mañana a mañana, al despertar. Sintonizarnos con las fuerzas luminosas.
Con los ojitos cerrados visualizar el templo de luz que desciende a protegernos y a sutilizar nuestras percepciones. Unirnos al corazón de cristal del planeta con raíces
de energía, venas de energía de tierra liquida que recorren su interior. Y permitir que crezcan de la punta de nuestra cabeza (del chakra coronario) ramas de luz divina que nos unen al punto de iniciación del cosmos. Inspirando paz y equilibrio, siendo,
Somos en la respiración, en el sonido o el silencio. Somos luz. Y es la luz la que pasa a ser en nosotros, permaneciendo en éxtasis.
Antes de volver al cuerpo bueno es afianzar la red de luz con nuestros hermanos humanos despiertos, reiniciando el girar y girar de nuestro chakra de la Pachamama, en el interior de Gaia. Luego, reactivamos nuestro chakra estrella, que gira y gira en medio del cosmos uniéndonos en redes de luz con todos los seres de bien de la galaxia y del universo. Siempre agradeciendo y dispuestos a servir a nuestro prójimo.
Unos rezan, otros meditan, otros trabajan en silencio agradeciéndole a la vida sus manos, sus piernas, su alma. Unos rezan rosarios, otros sus malas, otros dibujan en silencio. Los caminos llevan finalmente a la realización. De dios, de uno mismo, de ideales o de aspiraciones. Pero todos estamos en esta vida para ser mejores.
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Nació... y está creciendo una nueva civilización. No digamos sociedad, porque suena a comercio. Digamos si: una nueva alianza. Una alianza verdadera, que abarca a todos los seres de buena voluntad del planeta .
Injusticia e inhumanidad desaparecerán de la faz de la tierra. Ya no más guerras.
Ni entre naciones ni entre razas y ni siquiera en el seno de la familia y menos aun dentro de uno mismo. Ni una muerte más, sea justa o injusta La vida espera por todos.
Basta de bombardeos, sea de palabras, propagandas o balas. Vamos a calmarnos y a empezar de nuevo, una y mil veces. Por nuestros hijos, por vos, por mi, por todos.
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La vida tiene su propio latir. Si vivimos en consciencia podemos sentir ese pulsar que nos lleva a buen puerto. Esto significa seguir la línea de menor resistencia, sin forzar. Siguiendo el camino que se abre. Es que si algo no se da naturalmente, es mejor renunciar.
En otras épocas nos enseñaban a luchar denonadadamente por aquellas cosas
que se creían imprescindibles. En cambio en este eterno aquí y ahora te digo que si algo no se abre, des un salto cuántico y experimentes por otra vía. Y si aun ahí no se da, será mejor pensar si ese, por el que pretendes luchar, es el camino cierto. Esto no significa renunciar a los ideales, eso nunca. Simplemente representa la nueva visión humana,
que sabe que cuando algo es verdadero y necesario, sucede.
Es que entonces el universo conspira a nuestro favor.
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Que todos los seres humanos podamos abrir las compuertas de la alegría. Y no tener vergüenza de la oscuridad que pueda rodearnos o la que aun podamos contener. Observemos nuestra luz y nuestra sombra, para simplemente hacer lo posible, sin forzar, para que el cambio se de. Y como hace siglos pregona el I Ching saber que... la mejor manera de vencer el mal es hacer grandes progresos en el bien.
Calmar esa batalla campal que suele suceder dentro de cada uno y estar en paz.
Y saber que ya no es tiempo de ser ermitaños o indiferentes a la suerte general.
Vivimos con los otros y es por todos que hay que proteger todo lo bueno que hay
en el mundo, mas allá de la diversidad de pueblos y culturas. Y al mal humor volverlo bueno. Muy buen humor.
Que de este matete solo zafamos si somos capaces de reírnos de nosotros mismos
y de las patrañas de la vida y de la sociedad .
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Por lo tanto, si estamos en medio de nuestras pequeñas maravillosas vidas, donde la impermanencia física es por ahora inevitable, pongamos atención en que nuestras acciones sean correctas y nuestras metas claras. No sabemos cuando habremos de desencarnar, por lo tanto la oportunidad es aquí y ahora. Ya no podemos ser condescendientes con nosotros mismos y tampoco con el estado en que hemos dejado nuestro hábitat, el amado planeta tierra
Todo tiene que mejorar ya, en este instante. Mas allá de lo que esté pasando alrededor nuestro, podemos cambiar. Volvernos seres luminosos.
Que el amor por nosotros mismos y por todos los seres vivos prevalezca.
Y no es que estemos en contra de los avances tecnológicos, pero estos deben estar a nuestro servicio y no nosotros al servicio de ellos. Utilizar todo de manera sustentable, sin dañar, sin acumular. Saber si nuestros actos presentes serán benéficos a largo plazo.
Generaciones de generaciones esperan que actuemos como sabios herederos de un bien de todos; el Planeta Tierra.
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Los basurales de nuestras ciudades causan espanto. No solo por la falta de formación de la gente para reciclar, reutilizar, separar; sino por el dolor que causa ver niños trabajando en los basurales o revolviendo deshechos para encontrar un poco de comida. No admitimos que los tachos de basura de los ricos alimenten a los pobres.
Cuidemos nuestra basura, devolvamos a la tierra toda materia orgánica para así convertirla en compost. No creer dispensable ni indispensable cualquier objeto.
No comprar compulsivamente ni tirar a la basura inconcientemente. Vencer a la sociedad de consumo y suplantarla por la civilización del amor, cuidando al planeta concientemente.
Que la alegría sea una práctica y una opción inevitable.
¿De que nos sirve vivir amargados, disgustados con todo y todos?
Mejor intuir el ritmo propio de la existencia. Este nunca es forzado, lo forzado es siempre una opción de nuestro ego.
Ser simples y naturales, siguiendo las opciones de nuestro Yo Superior, siempre. Siendo testigos de nosotros mismos , inofensivos.. Sin causar daño a nuestros semejantes.
Dando amor. Haciendo el bien para uno y para todos. Preservando la naturaleza. Cuidando tanto del hermano como del enemigo. Convirtiendo a la familia en una oportunidad de crecimiento y de amor y no en un infierno. Así le abriremos camino a la alegría.
Y no será que no nos importe la oscuridad que pueda rodearnos, sino que no le daremos fuerza de presencia. Ni un día más con guerras en este planeta. Ni una muerte más, sea justa o injusta. La vida espera por todos.
Basta de bombardeos, sea de palabras, propagandas o balas.
La paz es una práctica consciente, que empieza en el alma de cada uno.
Nos damos las manos para juntos construir los caminos para la salvación del planeta.
Todos. No discutimos ya quien es el dueño de la verdad. Porque la verdad no tiene dueño. La verdad la vivimos en cada acto.
Sabemos que el amor vence las tinieblas.
Pase lo que pase… la vida es una gran oportunidad.
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La comunidad se desarrolla en círculos concéntricos.
Comienza en la alineación del propio ser.
Continúa en la aceptación y armonización familiar.
Se ilumina con la direccionalidad de las intenciones con las personas que se convive.
Y se completa en la interrelación luminosa con toda la humanidad.
Siempre conscientes del barrio, del pueblo, de la ciudad, del planeta.
Y abriéndonos sin miedo al desconocido cosmos que espera nos curemos.
La solución es la transformación de la conciencia individual.
Desmasificar para así integrar una cultura de amor, perdón, de co-creación,
que lleva al cambio en todos los planos de la existencia.
Comprometido cada ser humano a multiplicar un estado de conciencia y hermandad que es la base de ese paraíso que somos capaces de reconstruir.
li mayer
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